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jueves, 4 de agosto de 2011

El regreso del motor a vapor y un argentino ilustre: Livio Dante Porta

Livio Dante Porta, un argentino que creó locomotoras demostrando la potencialidad que aún resta por ganar en las máquinas a vapor, dejó una obra inconclusa, que ahora rescata el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), según destaca una publicación de ese organismo. Para dar respuesta a las necesidades de aprovechar los residuos foresto industriales, abastecer de energía eléctrica a las zonas más retiradas del territorio nacional y llevar el tren -como forma económica de comunicación y transporte- allá donde supo estar, un equipo multidisciplinario de investigadores trajo a la luz el legado científico y tecnológico del ingeniero Livio Dante Porta. No es ciencia ficción ni añoranza del pasado, apenas una solución integral, económica y sustentable a exigencias presentes. El proyecto, en el cual participan conjuntamente los centros del INTI de Energía y de Mecánica, junto con la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (FIUBA), retoma las contribuciones de Porta realizadas durante cincuenta años de investigación en el campo de la tecnología del vapor. Su reutilización puede reducir las emisiones nocivas que surgen de la quema incontrolada in situ y evitar posibles incendios forestales, los que en la actualidad resultan frecuentes. Asimismo se está enfrentando el problema de abastecimiento de energía eléctrica en aquellos lugares donde no llega la red, y la pequeña industria necesita energía mecánica o eléctrica para hacer funcionar las máquinas. El aspecto positivo del presente desarrollo es que se aplican avances tecnológicos realizados durante los últimos años para una tecnología clave en el desarrollo industrial. Esto permite aumentar la eficiencia del motor de manera considerable, utilizando también distintos tipos de combustibles. De igual manera, los avances que hizo Porta con sus colaboradores para utilizarlos en la tracción ferroviaria se están aplicando. La iniciativa tiene dos fases bien diferenciadas. La primera, ya finalizada, tuvo como objetivo el desarrollo de la ingeniería básica de los componentes críticos de un motor alternativo de vapor de doble efecto y expansión en una etapa, de baja potencia, y una caldera humo-tubular del tipo de locomotora a vapor (ciclo abierto), para ser integrados a la planta motriz dentro de un espacio que tiene aproximadamente 11 metros de largo por 3 metros de ancho y 2,75 metros de alto, y que utiliza residuos de biomasa provenientes de diversos procesos. Esta fase inicial se llevó a cabo a través del trabajo conjunto del INTI y la FIUBA. La segunda fase del trabajo está en marcha y consiste en el desarrollo de la ingeniería de detalle de los componentes, con el objeto de construir y ensayar el prototipo. Se estima que en menos de un año ya estará en funcionamiento. Las ventajas de recuperar el motor a vapor: La planta está diseñada para entrar dentro de un contenedor y de esta manera ser transportada -con ciertas restricciones- a todas las regiones que lo necesiten, sin importar las distancias y las condiciones geográficas. La utilización de esta tecnología del vapor también representa una alternativa a la crisis petrolera mundial. Se prevé que el primer prototipo, luego de atravesar la instancia de evaluación, se instale en la provincia de Tierra del Fuego, dado que allí existe una demanda concreta por el volumen de residuos generados al año por la industria forestal, pero se espera replicar la experiencia en todo el país. Aquellos que lo utilicen podrán realizar el mantenimiento del equipo sin requerir grandes conocimientos técnicos -tal cual lo hacían los maquinistas de los trenes a vapor-. Pero la relevancia del proyecto, consiste además, en que todas las piezas serán construidas en el país. Las máquinas que muchos talleres locales poseen (talleres mecánicos y talleres de mecanizados de piezas) son adecuadas para esta tarea ya que se trata de piezas muy simples. La virtud de este desarrollo radica en que su origen y su posterior mantenimiento son íntegramente nacionales. Por su lado, el ingeniero Richard Campbell, presidente del Ferroclub y discípulo de Porta, escribió para la edición número 25 de “Todo Trenes”, agosto-septiembre de 2003: “Corría el año 1971 y circulábamos por la principal rumbo a Tafi Viejo con la 1802, bello ejemplar 4-8-2 del Belgrano que, en coordinación con el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) se la utilizaba para llevar a cabo pruebas de tratamiento de agua en la zona noroeste de nuestra patria. Por supuesto al llegar a la estación, el foguista, llave en mano, bajó y confirmó las sospechas de Dante. “Uno, más que sorprenderse, admiraba la sensibilidad mecánica en la que él estaba inmerso. Sin embargo, con el correr de los años, fui descubriendo que su sensibilidad trasponía el umbral de lo físico; su buen carácter, afecto y sentido común lo destacaban de sus congéneres. “De origen mesopotámico, a pesar de que sus padres vivían en Funes, cerca de Rosario, Livio Dante Porta nació en Paraná el 21 de marzo de 1922, coincidiendo con el inicio del período otoñal. Qué extrañas casualidades depara la vida; el vapor, su pasión y locura, también iniciaba sus últimas etapas en la historia ferroviaria luego de alcanzar su maduración. A pesar de que él no lo sabía, se convirtió en su mejor doctor, mejorándole la salud y longevidad. “Su enseñanza básica la realizó en el Colegio Salesiano de Rosario, donde acuñó gran parte de su personalidad, en especial su faceta de libre pensador. Fue en ese centro educacional, cuando cursaba el segundo año, que conoció y entabló su más preciada amistad con Gino Margutti, quien luego fue empleado por el F.C. Central Argentino en los distintos escalafones hasta llegar a Maquinista de Primera. Maquinista lo escribo con mayúscula, pues si hubo alguien que le abrió el camino para desarrollar su vocación, fue él, y sería imperdonable no nombrarlo. Pocos fueron los amigos “de fierro” de Dante, (¡descontando los fierros de las locomotoras!) pero don Gino formaba parte de esa élite, siendo padrino de una de sus hijas, y Dante, del primer hijo de Gino. “Surcó casi sin tropiezos la carrera de Ingeniería en la Universidad Nacional del Litoral en Rosario, graduándose en 1946 con apenas 24 años. No pasaron 3 años y ya casi tenía terminado su primer gran trabajo, la locomotora 4-8-0 de 4 cilindros hecha a partir de una 4-6-2 del ex F.C. Central Córdoba. Y aquí hacemos una pausa. No sólo obtuvo el dinero para realizarla -tarea mayor antes y ahora- ¡sino que incorporó 4 cilindros de alta y baja presión con recalentado entre ellos; tuberías de admisión y escape de mayor diámetro, como la distribución del conjunto en el confinado espacio de la trocha métrica!. “Usó, desde su graduación hasta el final, la teoría y tecnología desarrollada por su maestro espiritual, el Ingeniero francés André Chapelon, quien para esos años ya se había consagrado como el re-descubridor del vapor “Stephensoniano”. Una copiosa correspondencia circuló entre ambos hasta el fallecimiento de Chapelon en la década del 90, y a no dudarlo, ¡esas joyas de puño y letra de ambos, sin intervención de la computadora, ya se cotizan en bolsa! Con esas credenciales, más un exhaustivo estudio termodinámico aplicado “in-situ”, logró una performance similar a la mejor máquina del maestro, ¡y esto con su primer trabajo!”.

“(…) Si alguien no conoció a Dante, pensará que estaba sentado detrás del escritorio supervisando los planos, o en reuniones con directivos del ferrocarril o bancos. Nada más lejos de la realidad, porque no solo también hacía eso, sino que estaba detrás de los tornos, de mameluco en las fosas, comiendo unos fideos caseros con el personal o, lo que más le gustaba, arriba de sus queridas máquinas, yendo y viniendo a Plaza o por el Provincial hasta quedar sucio y cansado como Dios manda. Su teoría de toda la vida fue que para que se salvara el ferocarril todos los empleados deberían volver a sus casas “aunque sea un poquito cansados”.

“(…) Sus ansias por conocer lo llevaron a aprender varios idiomas, manejando con fluidez el inglés (el mundo técnico está integramente escrito en ese idioma), el francés, el italiano, y en menor medida el alemán. Los escritos de Porta son de una prolijidad producto de la época (me recuerdan a D.S.Purdom) en papel liso A4 con margen manuscrito completo, en inglés y en lápiz. Todos sus postulados mecánicos son titulados y con introducción para comprender la filosofía de lo pasado al papel. “Hay que hacer como los ingleses del Institution: escribir, mandar copia a todos los miembros, citarlos y debatir con preguntas y respuestas.” De esa manera “nadie se hace el héroe como auténtico inventor ya que los sabios lo bajan a uno de la estanteria.”

“En 1957, la familia Porta se afincó en Río Gallegos, donde probablemente Don Livio logró su mayor renombre, trasponiendo para siempre las fronteras patrias. Tomando como base una nueva Mitsubishi de Yacimientos Carboníferos Fiscales, empresa donde trabajó como Administrador del ferrocarril, logró, en esta linea de 75 cms. de trocha que recorre lo más inhóspito de la Patagonia, modificar y mejorar el rendimiento térmico de las máquinas a valores superiores a lo conocido. De ahora en más, este ferrocarril pasó a tener una flota de locomotoras de linea de uso normal -no experimentales- capaces de cumplir holgadamente todos los servicios del transporte de la mina. Entre las mejoras nos referimos, por supuesto, a la incorporación del Sistema a la Gasógena (Gas Producer Combustion System, o GPCS como le gustaba que lo llamen).”

“(…) 1960 hasta 1982, fecha en la que se jubiló, Porta se desempeñó en el recientemente creado Centro Industrial Para el Uso Eficiente del Combustible (CIPUEC) y luego como Jefe del Departamento de Termodinámica del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial), a pesar de que siguió desarrollando novedades en Río Turbio, como por ejemplo la cámara de combustión ciclónica y llantas de perfil de máxima adherencia. En 1961 asesora a la National Coal Board (traducción libre: Comisión Británica del Carbón) para incorporar su GPCS a las pequeñas 0-6-0 ST en servicio de maniobras en los cientos de minas de carbón que había en Gran Bretaña y poder así eliminar el nocivo humo que producían. Muy pocas se modificaron, y este experimento aislado pasó casi desapercibido al bajarse drásticamente el precio de las nuevas diesel de maniobras.”

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